La mayonesa es la salsa fría más conocida de la cocina, y se obtiene mezclando yema de huevo, aceite, sal y vinagre o jugo de limón. Puede elaborarse en casa para darle un toque especial o adquirirse en autoservicios, incluso en presentación light, y puede ser muy saludable si se consume con moderación.
Se le utiliza para acompañar ensaladas, carnes, pescados y mariscos, así como en la elaboración de bocadillos, tortas y sandwiches, o para realzar el sabor de platillos y aderezos, por lo que, sin temor a equivocarnos, la mayonesa puede considerarse la salsa fría más popular y gustada del planeta.
Preparaciones similares a este sazonador de platillos y manjares se han elaborado desde los tiempos de la antigua Grecia, cuando se realizaban preparaciones con huevo, crema, jugo de limón y aceite de oliva, las cuales se empleaban, principalmente, para acompañar vegetales como cebolla, coliflor, alcachofa, espárrago y brócoli.
Lo cierto es que la historia de la mayonesa moderna puede ubicarse al comienzo de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), justo cuando los franceses atacaron la fortaleza inglesa Saint Philip, en el puerto de Mahón, que era la capital de la isla Menorca. Ya que la maniobra militar fue todo un éxito, se celebró un banquete para los dirigentes del ejército galo, en el cual no se escatimaron gastos.
En el menú del festín se incluyó una salsa nueva cuyo descubrimiento pudo ser casual o deliberado, pero a diferencia de las tradicionales, en que se incluía crema para darle consistencia espesa, sólo empleaba aceite de oliva y huevo. En honor a la victoria en el puerto de Mahón, la salsa fue llamada mahonnaise o mayonnaise, término que se castellanizó como mayonesa.
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